Álvaro de la Isla

Andrés Álvarez Añino, conocido artísticamente como Álvaro de la Isla, nació en San Fernando (Cádiz) en noviembre de 1927. Falleció en Madrid el 4 de julio de 1969 según elartedevivirelflamenco.com, aunque otra fuente (elcantejondo.blogspot.com) indica el 14 de julio; una discrepancia que no puede resolverse sin documentación civil directa.

Eligió su nombre artístico en referencia a La Isla de León, antiguo nombre de su ciudad natal. Fue un cantaor payo de voz muy personal y gran sensibilidad interpretativa, especialmente valorado como cantaor de atrás, solicitado por compañías de prestigio y por tablaos fundamentales. Entre los datos confirmados se encuentran sus actuaciones con el Ballet de Rosario y Antonio, sus temporadas en Torres Bermejas, El Corral de la Morería, Los Canasteros —donde participó en la reapertura de 1963 junto a Gabriela Ortega y Manolo Mairena—, su presencia en el Teatro Victoria, así como diversas giras por Marruecos y la entonces Guinea Española.

Las crónicas de la época lo calificaron como un “cantaor de cepa”, destacando su capacidad para conmover por voz, alma y naturalidad. Aunque grabó poco en solitario, dejó un legado significativo: fandangos muy personales y varias grabaciones para Belter, además de EP y discos colectivos junto a artistas como Manolo Vargas o Beni de Cádiz. Entre los títulos conocidos se encuentran El día en que te conocí, Aires sanluqueños, El sentío me lo quita, Rey mientras un hombre lloraba y los célebres Fandangos del Conquero.

Participó en una película con El Príncipe Gitano, muestra de su notoriedad en los desafíos por fandangos. Fue también muy apreciado por figuras como Pastora Imperio, con cuya compañía recorrió numerosos teatros de España. En 1950 formó parte del espectáculo de Mariemma en el Teatro de la Zarzuela, un dato contrastado en Crónicas Hispánicas.
Entre los testimonios orales —coherentes pero no verificables documentalmente— destaca el relato recogido en lafraguadelaisla.blogspot.com, que narra su marcha repentina a Madrid tras un viaje improvisado con un camionero, episodio que coincide con su rápida entrada en el circuito profesional madrileño.

Murió prematuramente, con 42 años, interrumpiendo una carrera en pleno ascenso. En San Fernando se mantiene viva su memoria con la calle Álvarito de la Isla, situada en el recinto ferial.

Álvaro de la Isla fue, según el consenso de las fuentes consultadas, un cantaor fino, expresivo, de gran calidad en los fandangos, y una figura decisiva en la configuración del sello cañaílla en la mitad del siglo XX.