Niño de Granada
Antonio Martínez Camacho, también conocido por El Camacho, fue uno de tantos cantaores que marcharon a Sudamérica a probar suerte y dar un giro a su vida. Eduardo Molina Fajardo hizo una breve semblanza en su imprescindible El Flamenco en Granada:
“(…) era corredor de fincas, luego se marchó a América y desde Brasil llegó un disco suyo con cantos a estilo de La Niña de los Peines. De regreso a su tierra fue camarero en el Último Ventorrillo y cantaba con voz grande, terrible, granaínas y malagueñas, preferentemente estas últimas con el estilo de Enrique el Mellizo:
Parece escasa la información que aporta Molina Fajardo acerca de El Camacho (así lo cita en el índice onomástico), pero es trascendental si cruzamos estos datos con los registros originales que la casa Columbia (y su hermana Regal) realizó en Argentina en 1913.
En sus grabaciones americanas en disco de pizarra hallamos un cantaor de voz recia, de pocos adornos (“… cantaba con voz grande, terrible…”). Entre los cantes registrados, nos encontramos un Garrotín en el que se aprecian claras influencias de la Niña de los Peines (Si yo lo hubiere sabido…) o del propio Garrido de Jerez (No me tires indiré…). Sucede lo mismo en las Peteneras (Niño que en cueros… / Yo no creo ni en mi mare…), donde vuelve a acordarse del genio de Pastora, tal y como Molina Fajardo rememoraba (“… llegó un disco suyo con cantos a estilo de la Niña de los Peines…”). En la Chufla Gitana (Pasaíto por la calle Nueva…. / Y a las mujeres…) vuelve a realizar gran parte del repertorio del jerezano.
Evidentemente, esos discos fueron especialmente distribuidos en Sudamérica (“… desde Brasil llegó un disco suyo…”). Destaca el autor que al regresar de América estuvo empleado en el Último Ventorrillo, local en el camino de Huétor Vega, de larga trayectoria flamenca (riñas incluídas) y con ilustres visitantes (García Lorca, Gallego Burín, Fernández Montesinos, Rosales…). Encaja perfectamente la época de su regreso a España con el periodo que dicho local se mantuvo abierto al público.
En uno de los dos discos aparece identificado el intérprete en la etiqueta como Niño de Granda (sic):
Aunque la segunda inicial es un R en vez de una M (recordemos que las productoras no eran infalibles a la hora de etiquetar los discos), el dato que más resalta la casa grabadora es el segundo apellido (Camacho), precisamente con el que era conocido en Granada en los ambientes flamencos. Además, indica que las sesiones de grabación fueron correlativas (observen los dos números de matriz: 57404 y 57405), y nos aporta el nombre del guitarrista, Julio Ballesteros.
De la fecha de fallecimiento y causas de Antonio Martínez Camacho El Camacho no hemos podido dilucidar.

“Niño de Granada”
Discografía
COLUMBIA
CON LA GUITARRA DE JULIO BALLESTEROS
C 2.882 57.405 Peteneras Niño que en cueros y descalzo
C 2.882 57.406 Garrotín Yo soy como el vagabundo
C 2.845 57.404 Chufla-tango Transitó por la Plaza Nueva
C 2.845 57.407 Tientos-tango Virgen de las Carmelitas
Análisis estilístico
GRAMÓFONO
REGAL
COLUMBIA
Palos Grabados (A-Z)
“Paseíto por la Plaza Nueva” es la letra inicial de esta chufla, estilo que sirvió como preludio de la bulería. Grabada por Garrido de Jerez, Sebastián El Pena, El Mochuelo y poco más. Una obra maestra, sin duda.
“Yo soy como el vagabundo”, es la letra inicial de este interesantísimo garrotín grabado por el Camacho (Niño de Granada). Pese a ser de autor desconocido, apreciamos similitudes con cantaores coetáneos tales como Niño de Medina, Niño de la Isla, pero a diferencia de ellos, introduce un juguetillo por tangos digno de mención y ser estudiado por la afición iniciado por la letra “Con mi burriquito y con mi serón”.
“Niño que en cueros y descalzo” es la letra que desarrolla el Niño de Granada. Evidente advertíamos la presencia de los aires de Medina El Viejo, escuelo que posteriormente siguió su hijo El Niño de Medina. En este caso es una petenera plana, sin grandes alardes de belleza ni de efectismos, que roza lo bailable.
“Virgen de las Carmelitas” es un tiento-tango de hermosa factura grabado por El Niño de Granada. Desconocemos de quién lo aprendió por lo que no podemos precisar su autoría.